Manifiesto

Veinte Centavos surge por la necesidad de crear un espacio en el cual podamos escribir y debatir sobre diversos temas culturales. Literatura, música, cine y teatro serán nuestros temas habituales, y no dejaremos de lado la actualidad, en la que se combina el pasado y el futuro.Aprovechando la tecnología, creamos está revista virtual, este blog cultural, y esperamos que ustedes disfruten leyendo –y respondiendo- y nosotros escribiendo.

Lost: fans y ciencia ficción

Opinión- El autor realiza un particular análisis sobre la isla más famosa, y no sólo se ocupa del contenido del programa, también se encarga de los fans.

Por Gerónimo Reig

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Aclaración: No te voy a contar nada de la trama de la serie. Podes leer tranquilo.

A modo de introducción voy a definir a dos grupos de personas en los cuales te podes ubicar vos (si, usted querido lector): El primero es el de los de fanáticos de Lost; y el segundo, el que se jacta de no ver Lost. Ahí se acaba la clasificación porque estoy casi seguro que no formas parte de los que no conocen la serie, y menos aun, del que probó y no le gustó.
Si sos de los que nunca lo vio, sufrís lapsos de soledad en muchas fiestas y reuniones cuando todos tus amigos se emocionan como pocas veces los viste, levantan la voz y se amenazan con revelar información que otros desconocen. Y vos, para no sentirte tan mal decís “A mi no me gusta”. O llegas a tu casa y te pones a ver un capitulo que enganchaste en la tele, pero desgraciadamente es de la tercera o cuarta temporada, y vos sin haber visto un sólo capitulo anterior te quedas ante la TV sin entender nada, como si vieras lluvia al igual que cuando se te corta el cable o se te rompe la antena.
Yo estuve en el grupo de los que no habían visto Lost. y aunque me negaba a verlo ante el fanatismo de la gente, tuve que ceder para no sentirme tan solo. Ahora soy uno más de esos enfermos que están pendientes de que se estrene el próximo capitulo en EE.UU –su país de origen- para poder bajarlo por Internet porque no puedo esperar a que lo pasen por la tele. De vez en cuando encuentro algún defecto que se vuelve imperceptible junto al resto de las cualidades de la serie.
Este es el fenómeno Lost o la fiebre Lost (típico comentario de periodista que intenta diagnosticar hechos contemporáneos). El asunto es que esta serie es un éxito mundial.

Un muy pequeño resumen de Lost (no te voy a contar nada importante pero si no queres saber nada, saltea los próximos tres renglones): “Un grupo de náufragos en una isla donde suceden cosas muy extrañas. Nunca te enteras como ni porque. Y de a poco te vas adentrando en la vida de los personajes antes de llegar a la isla”. Una receta genial. Si se te hubiese ocurrido seis años atrás, hoy serías muy rico (exceptuando la producción de “Casi Ángeles” que se le ocurrió lo mismo pero después, igual tienen bastante dinero). A todos nos entretiene el tema de los sobrevivientes en una isla. Nunca se acaba el suspenso porque nunca se terminan de descubrir los misterios, mejor dicho, cuando se revelan, ya hay quince más. Y para colmo cada personaje cuenta con una historia –novela- propia. Aplausos para J.J. Abrams y sus amigos.
Pero a medida que empecé a ver Lost algo me llamo mucho la atención. ¿Por qué les gusta a todos?
Más allá de la exitosa receta, y su impecable realización, lo que a mi más me gusta de Lost es el género ¡Y NO, NO ES SUSPESO! ¡ES CIENCIA FICCION! Sé que muchos ahora están dejando de leer repitiendo en sus cabezas una de las frases que mas escuché en mi vida “No me gusta la ciencia ficción”. Ete aquí el cuis de la cuestión. Si algo aprendí en tantos años de ser un amante del género es que a la mayoría de las personas no le gusta. Supongo que quien mira de afuera cree se limita a extraterrestres, viajes en el tiempo o espácialas. Entonces ¿Qué paso con Lost?
Se me ocurre una respuesta que desgraciadamente, si es correcta, será la causante de que el enorme grupo que ama Lost termine siendo conformado por J.J. Abrams, un par de nerds y yo (quizás nos juntemos a ver el ultimo capitulo juntos). La respuesta a tal enigma, desde mi punto de vista, radica en el hecho de que el programa revela la información paulatinamente, logrando, como ya dije antes, un vicioso suspenso. A medida que avanza la trama, la serie se torna más fantástica, o mejor dicho, nos vamos enterando que es más fantástica. Esto da como resultado ciertos comentarios que me irritan mucho, como “Ya no saben que hacer y empiezan a chamullar” Ahí es donde me enervo y mientras mis amigos me frenan grito “Ya saben como va a terminar desde el primer capitulo, vos sos un ignorante que no la entendes”.
Respeto los gustos individuales, es solo que me pongo mal cuando la gente saca esas conclusiones.
Volviendo al tema, es así como a medida que transcurran las emisiones, cada vez van a ser más las personas que consideren que la serie se desvirtuó. Aunque realmente no entiendo como no se dieron cuenta de que venia la cosa en los primeros capítulos.
En definitiva aunque algunos lo ignoren, Lost es ciencia ficción y de la buena. En el pasado otras series de CF han sido muy exitosas como es el caso de Viaje a las estrellas pero su público era acorde a la serie (nerds). El éxito de Lost no hace asco a nada: grandes y chicos, hombre y mujeres, cultos e ignorantes (acá estoy yo), nerds y chicos fashion, emos y bloggers, todos. Obviamente, la van a ver hasta el final aunque no les guste y sigan repitiendo ese comentario que saca lo peor de mi. Mientras tanto, yo espero que alguno se de cuenta que la ciencia ficción es más que espadas láser, alíen peleándose con depredador y Carolina Pelleriti haciendo de Ciber Six.

Sopa fría: El asesino es el mayordomo.


¿Por qué ves Lost? No olvides de dejar tu comentario.

Nuevas voces folclore Nac & Pop. (primera parte)


Por Diego González

Una de las movidas artísticas más interesantes que dejó la década de los ’90 es la serie de conciertos MTV Unplugged, donde músicos reconocidos y bandas que en ese momento ascendían en su popularidad tocaban versiones de temas clásicos y futuros hits en formato acústico. Dejaron en claro que el rock podía dar paso a la suavidad e intimidad de las canciones.


Una vez que se agotó la fórmula, la industria siguió en su habitual búsqueda de the next big thing. Sin embargo, esa sensibilidad acústica quedó flotando en el aire y dio luz a una innumerable cantidad de songwriters confesando sentimientos con pluma sensible y guitarra acústica en mano. En Argentina, a la par del renacimiento mundial de lo desenchufado, se fue generando algo más aventurado: un cruce entre diferentes estilos de rock y las más diversas raíces folclóricas.
Este crossover de formas e identidades habría sido impensable décadas atrás (salvo algunas excepciones, tales como la de Arco Iris), pero enriqueció a la música argentina con artistas que se animaron a romper moldes, prejuicios y fronteras. Las figuras de los Huanca Hua y el Dúo Salteño, allá lejos, o del Chango Farías Gómez y Liliana Herrero, aquí nomás, más la influencia generacional de L.A.Spinetta, Charly García y Fito Páez, entre otros, se convierten en mascarón de proa de toda una nueva camada de músicos que, lejos del ortodoxismo telúrico, investiga en los sonidos autóctonos de cada provincia argentina y los rejuvenece en un abanico multicolor de diversidades. Estos grupos y solistas van desde el jazz más vanguardista al rock más tradicional, incluyendo también algunas avezadas incursiones electrónicas. La mayoría recupera y reinterpreta clásicos del género folclórico, e inclusive escribe sus propias canciones, generando nuevos aires a la música tradicional argentina.



Para el oyente rockero que nunca se animó al folclore por pruritos o simples prejuicios, y para todo melómano de ley, es absolutamente recomendable Folclore argentino (2007) del trío femenino Aymama. Reinterpretan bellísimas canciones del Cuchi Leguizamón, Armando Tejada Gómez y Juan Falú, entre otros, con una frescura que le saca el rígido corsé a la tradición, pero sin renegarla por completo, y así abren una renovada puerta hacia nuestra música popular. Tanto en esas canciones como en las propias, Florencia Giammarche (guitarra y voz), Mora Martínez (voz y percusión) y Paula Suárez (piano y voz) logran el justo equilibrio entre lo criollo y lo moderno y entregan a punto una variedad de zambas, chacareras y huaynos donde logran imperdibles picos de emoción y excelencia musical.
HIGHLIGHT: Todo, absolutamente todo, más los acordes graves del piano.
FRASE: “…¡Ay! Quién te dijo que este trabajo/ sana tu corazón / que si me muero en el monte / ya no sabrás donde tallar tu dolor…” (Paula Suarez)




La misma mezcla de piano, guitarra y voces define el disco debut Alma Redonda (2006) del platense Wagner Taján Dúo. Egresados de la carrera de Educación Musical y Composición de la Universidad Nacional de La Plata, Vilma Wagner (piano, voz, accesorios) y Octavio Taján (guitarra, voz) también aciertan en la elección del repertorio que incluye autores de distintas épocas, además de sus propias composiciones. El estilo del dúo se basa en una relectura de diversos ritmos y estilos folclóricos, como bagualas, huaynos, bailecitos, zambas y chacareras, por nombrar algunos de ellos. Excelente amalgama vocal/instrumental, el esfuerzo de todo un año de grabación se cosecha en esta deliciosa música de raíz folclórica (según su propia definición) que se ve beneficiada por el aire renovador y la belleza de esos pequeños momentos donde prima el silencio.
HIGHLIGHT: Escuchar el disco al atardecer.
FRASE: “…Alma y vida de Santiago / ha de ser la chacarera / que aunque yo no sea del palo / voy a hacer como si fuera…”

Las tonadas, cuecas y gatos contenidos en la placa Celador de Sueños (2005), del dúo OrozcoBarrientos nos lleva hacia los pagos del vino y de la cordillera. Dueños de sus propias composiciones, sazonan esos ritmos oriundos del Cuyo con letras que denotan la influencia del rock: Ya se va, el séptimo tema de la placa, tiene un leve aire a Cuando ya me empiece a quedar solo de Sui Generis, por ejemplo. Además, Fernando Barrientos es el autor de los exitosos hits de principios de los ’90 como El Amor es más Fuerte y Tango Feroz; Raúl Orozco, por su parte, es instrumentista y uno de los arregladores más importante de la zona cuyana. Otro experto en mezclar tradición con rock es el productor del disco: nada menos que Gustavo Santaolalla. Estas canciones– algunas de ellas son interpretadas por Mercedes Sosa y Teresa Parodi, entre otros- se disfrutan al saborearlas lentamente, como un vino guardado largo tiempo para alguna gran ocasión.
HIGHLIGHT: Disco rebozante de optimismo y energía.
FRASE: “…Valeria, villa ‘e lata y el cielo abierto / milico de suburbio llevando preso / a un negro que decía / que eso era yeso…”


Desde el folclore hasta el jazz, pasando por el tango y toques de MPB, una plétora de estilos caracterizan el primer disco solista de Cecilia Zabala, Aguaribay (2007). Mezcla etérea de Marisa Monte y Florencia Ruiz, pero con raíz firmemente folclórica, Cecilia hipnotiza inmediatamente con su voz y su guitarra, combinando dosis de técnica y de sensibilidad, abriendo un espacio donde conviven armónicamente diversas músicas contemporáneas del Siglo XX. Composiciones de autores que van desde Juan Quintero hasta Atahualpa Yupanqui mas sus propias canciones, en el disco participan de este ensoñamiento grandes músicos como Juan Falú, Quique Sinessi y Silvia Iriondo. ¿El resultado final? Un estado de derroche placentero musical, muy difícil de abandonar.
HIGHLIGHT: Ideal para el desayuno de un sábado a la mañana.
FRASE: “…si mi corazón fuera de cristal / reflejando luz desde algún lugar / melodía muda que se desnuda en mi canción / resonando así hasta hallar en vos / candilejas que del sauce nunca nadie vió”

RESUMEN GENERAL: Folclore progre para tiempos de patrioterismo mediático y rutero.
¿Quienes son para vos las nuevas voces? No olvides de dejar tu comentario.
¿Quienes son las nuevas voces del folclore? No te olvides de dejar tu comentario.

O quizás simplemente nos regale una imagen

Por SV

Favio es uno de los pocos artistas que supo combinar talento, éxito, prestigio y popularidad. A propósito del estreno de Aniceto, el autor realiza un análisis personal sobre su obra.



Leonardo Favio es un hijo de puta. Es esa clase de tipos a los que de tanto admirarse, uno no puede más que dedicarles una buena puteada. Alguna vez, parte de la crítica lo llamó “un analfabeto filmando” y destrozó Soñar, soñar, su sexta y más querida película. Por primera vez en su carrera, el realizador debió enfrentarse a un fracaso rotundo que lo alejó del cine por más de quince años. Doce años antes, Favio filmaba Crónica de un niño solo, su opera prima, que muchos quisieron ver como una versión local de Los 400 golpes de Francoise Truffaut. Era la primera de una trilogía fundamental que concluyó con El romance del Aniceto y la Francisca (1966) y El dependiente (1967). Fueron tres pequeñas historias, con personajes que excedían la anécdota inicial para empaparse de tragedia. Las tres películas tienen un extraordinario uso de la voz en off que sitúan al espectador en la vida de esas almas solitarias y tristes y una académica utilización del tiempo real.
Luego de esos tres films, Favio se mete con la mitología popular, como más tarde lo haría en Gatica, el mono. Y para eso elige dos personajes y una persona: Nazareno Cruz, Juan Moreira y Carlos Mónzón. Con Juan Moreira (1972) y Nazareno Cruz y el lobo
(1974) hace uso de la cultura de masas y conoce el éxito: entre las dos películas junta más de 5 millones de espectadores. A Monzón lo hace protagonizar Soñar, Soñar (1976) y lo viste con ruleros en una audaz inversión de su imagen pública.



Si en la trilogía inicial se evidenciaban influencias europeas, tanto de Truffaut como de Robert Bresson, sobre todo en la austeridad de la puesta, en la etapa posterior, donde introduce el color, pueden rastrearse elementos del ‘cine folclórico’ de Glauber Rocha (Antonio Das Morte -1969- y Dios y el diablo en la tierra del sol -1964- ), y ciertos rasgos deudores de Fellini y Pasollini, en general cuando redefine la cultura popular exacerbando sus rasgos más característicos.
Tanto en la primera etapa de su carrera, como en la segunda, Favio se preocupa por desafectar de sus películas la intención de que un acontecimiento concreto haga avanzar la acción. O bien ese ‘acontecimiento’ está literalmente ausente (como en el caso de la trilogía que abre su obra), o bien, ese vació está sustituido por la desmesura de los acontecimientos (Juan Moreira, Nazareno Cruz y el Lobo). Vale decir: si el sonido de los grillos en El Romance del Aniceto y la Francisca o El dependiente, funcionaba como una continuidad de los diálogos (un rasgo característico de los tiempos muertos tan asociados al estilo del director), en Nazareno Cruz y el Lobo o en Juan Moreira los diluvios, las tormentas y los fuegos van a subrayar situaciones, ideas o estados de ánimo de los personajes.
Esas características se evidencian fundamentalmente en Nazareno Cruz y el lobo. El film está basado en un radioteatro de Juan Carlos Chiappe y se plantea desde su apertura (la presencia de un relator que introduce la historia) como un homenaje a ese género popular. Pero si bien la película está construida a través de una suma consciente de convenciones (el enamorado desgraciado, la rubia amada, el Diablo, el correo de los amantes, La Bruja, el antagonista, etc.), la intensificación expresiva de las imágenes, los gritos, los sonidos, el ritmo operístico de algunas escenas y la recreación de ese Infierno –tan fellinezco (Satyricon)-, produce en el espectador lo que a los antiguos le producían las representaciones que se utilizaban como medio para provocar la catarsis colectiva. En ese mismo sentido, Nazareno Cruz y el Lobo podría ser también una recreación popular de la teoría bretchiana del distanciamiento. Ese distanciamiento está dado, además, por la composición (organización) interna del relato. En Favio, rara vez la concatenación de planos y escenas tienen una función meramente informativa (tal vez ni siquiera incluyen una carga informativa), sino que están relacionados a partir de una cuestión anímica (generalmente compleja). El acceso a ese estado anímico que se instala en la imagen es posible mediante una permanente oscilación del punto de vista: el espectador se distancia de los personajes así como bruscamente confunde su ánimo con el de ellos.

Otra forma de organización presente en la mayoría de sus films se da a través de asociaciones líricas o visuales, o directamente metafóricas. Por supuesto, las películas no dejan de informar sobre los hechos, pero la relación causa-efecto entre una escena y otra se halla debilitada. La narración se sostiene sobre la elipsis y condensa en relatos apenas esbozados; elige sólo sus momentos privilegiados para extraer de ellos su intensidad poética en lugar de desarrollarlos linealmente. En Nazareno Cruz y el Lobo, este punto de vista poético se da tanto desde la imagen como desde la narración (otra vez la influencia de Pasolini). En el campo de la imagen, mediante un tratamiento ilusionista que deriva del hechizo que provocaba en el auditorio las voces y los sonidos del radioteatro: ‘imágenes imaginadas’. En la narración, se utilizan procedimientos cercanos al realismo mágico: los personajes viven naturalmente ciertos hechos sobrenaturales ante los que sí se asombra el espectador (como en las novelas de García Márquez). A Nazareno no le impresiona tanto que alguien se convierta en lobo, como la verificación de ser él mismo quien padece la metamorfosis.
Tras el fracaso de Soñar, soñar el director se toma quince años de respiro cinematográfico y recorre el continente dedicándose a la música. Vuelve con Gatica, el mono para enfrentarse otra vez a una figura popular con un gran peso histórico, que resume todo su cine: leyenda, humildad y mitología. No conforme con eso, en el 99 realiza Perón, sinfonía de un sentimiento, una obra inclasificable de más de seis horas de duración, donde el director hace un recorrido parcial de la historia del movimiento justicialista, dejando afuera todo aquello que cualquier muchacho peronista obediente metería debajo de la alfombra.



Finalmente, luego de otro pronunciadísimo bache, Favio regresa a la salas con una adaptación de aquel Romance del Aniceto y la Francisca, ahora transformado en ‘ballet cinematográfico’. Si bien este Aniceto (2008) no está a la altura de sus mejores obras, entrega escenas de una belleza genuina, para atesorar. Tanto la primera secuencia (el fitito, la acequia, la voz en off de Favio, el primer encuentro de los enamorados, la música al palo, las riñas de gallo filmadas en ralentti, los travelling) como el final, condensan toda la maestría del realizador (y la sabiduría que le han dado los años). En cambio, cuando se cita literalmente el Romance… la estructura se debilita, porque en realidad este Aniceto (la película, el personaje) está mucho más cerca de Gatica que de su antecesora, tiene otro pulso, otra fuerza.
Con estas nueve películas, Leonardo Favio se las arregló para dejarle al público un universo personal y fascinante, con personajes entrañables y escenas imborrables. Este legado -que ojalá recojan las próximas generaciones- sobresale a lo largo y a lo ancho de toda la producción nacional principalmente por el poder de las imágenes. Y en ese sentido, Favio es un superhéroe.
¿Cuál es tu película favorita de Favio? No olvides de dejar tu comentario.

FLAGELO ROSA

Por Serra



¿Rockeros, artistas y populares?

Por Nahuel A. Billoni

Yo siempre quise cantar,
me lo pedía el corazón,
para dárselo a la gente,
pero que difícil es encontrar una canción
que diga lo que otros sienten

Cuando una voz sea de todos
Litto Nebbia

¿Existen artistas que representan a su público? ¿Podemos encontrar en el rock músicos populares? ¿Es posible en un país del tercer mundo encontrar rock stars? ¿Quiénes son las voces de esta generación?






En el rock argentino –no vamos a llamarlo “nacional”, suena fascista- siempre se sostuvo que hay voces que representaron a una generación debido la conexión de los músicos con la situación del país y los sentimientos de la población, sin dejar de lado el talento musical o la facilidad para hacer estribillos.
Simplificando: podemos trazar una línea histórica que va desde Los Gatos, Manal y Almendra; continuando por García, León Gieco, Páez, Calamaro, Cerati y Los Redondos; hasta llegar a La Bersuit, Los Piojos e Intoxicados. Todos estos artistas supieron tener éxito, popularidad y reconocimiento de la crítica. Sus canciones se transformaron en himnos o fieles testimonios de una época. Alicia en el país, Sólo le pido a Dios, Yo vengo a ofrecer mi corazón, Jijiji y Se viene el estallido, son claros ejemplos.
Sin embargo, a partir de los noventa algo empezó a cambiar y se gestaron dos tipos de rockeros.
En la última década del siglo pasado, los músicos sufrieron una gran exposición como nunca antes había ocurrido. Por un lado, comenzaron a ganar cifras que antes no percibían –recordemos que en esa época no existía la piratería masiva y funcionaba el uno a uno- y, por el otro, se encontraron envueltos en un sistema de producción. Este consistía en cumplir entrevistas exclusivas, giras, notas de presentación en programas no afines, etc. Quizás los más perjudicados hayan sido García y Páez. En el primero se empezó a dibujar la criatura mediática que llego hasta estos días; con el rosarino sucedió algo más complejo: tuvo altos niveles de exposición y una vez que quiso correrse no se lo perdonaron.
Esta transformación de los músicos en verdaderas estrellas produjo una distancia muy grande entre los artistas y su público. Ellos comenzaron a tener otro tipo de vida, ya no cantaban sobre las mismas situaciones. Tal vez, por nuevas inquietudes o por diferentes estilos de vida, se fueron alejando del común de la gente. Esto no significa de por si algo negativo, pero es llamativo que gran parte de la crítica hable de Spinneta como un músico popular, cuando son pocos los que esperan un disco de él; o que todo el mundo espera la nueva obra del Indio Solari, cuando está claro que la mayoría que lo sigue lo hace por su pasado ricotero (hasta ahora no cuenta con un hit como solista), algo que ya había experimentado Gustavo Cerati hasta Ahí Vamos.
Pero en los noventa, mientras comenzaba a darse el fenómeno elitista, sucedió uno más grande e importante: la fútbolización del rock, como alternativa y respuesta al rock standard. Las bandas comenzaron a tener hinchadas: ya no había fans sino grupos que los seguían. Se tomó el concepto del fútbol y se lo traslado a la música. Este fenómeno se hizo visible en el llamado rock barrial. Los músicos alentaron esta idea, hablaban de que la banda se debía a su gente y esta, a la vez, era parte de la banda. Ahora, cuando los músicos llegan a Obras, dicen “llegamos”, haciendo participe a sus seguidores.
Sin embargo, esto no significó que surjan artistas populares que verdaderamente representen a una generación. ¿Las razones? Estos músicos cantan a su público, formando especies de guetos. Para participar hay que saber los códigos que manejan y estar de acuerdo con ellos; por lo tanto, no podemos hablar de música popular, sino de música marginal o selectiva. Entonces, ¿quién o quienes son artistas populares en el rock?
Los Piojos y La Bersuit, después de haber sido parte de una moda, hoy se establecen como bandas ya consolidadas. Tienen canciones que son reconocidas y letras que marcaron una época.



También existen otras dos figuras que han sabido mantener a través de los años éxito, calidad y reconocimiento sin perder popularidad. Ellos son León Gieco y Andrés Calamaro. Este último garantiza hits en todos sus discos, habla del contexto –chequear Comedor piquetero en La lengua popular- y tiene una línea ya muy clara. En tanto, el autor de Carito, representa al artista popular y comprometido por excelencia: en sus discos siempre aparecen himnos –La Memoria, De igual a igual, Yo soy Juan, El ángel de la bicicleta- y descripciones de la realidad por la que pasa el país.
La última gran incorporación al rock popular es la de Pity Álvarez, el líder de Intoxicados. Canciones pegadizas con demasiadas similitudes a otros y una imagen que ya esta establecida en los medios, lo han convertido en la voz de esta generación. Esto dice mucho: que un artista que no es un gran músico, ni una gran letrista, sea el representante de estos últimos años habla mucho de la etapa por lo que estamos viviendo. Pero ese es otro tema.
¿Existen artistas populares en el rock? No olvides de dejar tu comentario.

Instante de poesia

Inauguramos este espacio en donde se publicaron poemas de autores noveles.


Por Ana Minella



Querido Pat: Viniste a verme mientras tallabas una figurilla en madera y me dijiste: "¿Por qué no me haces algo?" Te pregunté qué querías y respondiste: "Una caja". "Para qué?" "Para poner cosas en ella". "¿Qué cosas?" "Todo lo que tengas", dijiste. Bien, aquí tienes la caja que querías. He puesto en ella casi todo lo que yo tenía, y todavía no está llena.Hay en ella dolor y excitación,sentimientos buenos y malos y malos pensamientos y buenos pensamientos... el placer del constructor, algo de desesperación y el gozo indescriptible de la creación. Y por encima de todo, la gratitud y el afecto que siento por ti. Y todavía la caja no está colmada.



John Steinbeck ( 1902/ 1968)




Las Cajas


En ellas
caben
los Sueños y las utopías,
el desvelo,
lo frío,
lo que no decimos,
el Sol y la tarde,
la inconfundible sensación
del vértigo y de la suma.

Caben los Otros y los Nadie
lo importante y lo desechable.

Caben los olores y su gatillo,
los cuadernos,
los recortes,
los textos,
lo que dejamos a mitad camino,
las recetas,
los inventarios,
los recuerdos y sus autopistas,
la noria y su obsecuencia.

Cabe la fuga y el intento
lo olvidado
y el Tiempo que aún no sucede.

Caben los bordes,
lo sagital, lo caótico y lo perfectible,
las lapiceras que no escriben,
los papeles manchados,
las cartas que nunca enviamos
las fotos que no quisimos,
y las fotos,en las que aún, nos reconocemos.

Cabe el Amor
y su metástasis.

Cabe un día,
un sólo día de tu Vida,
pero el Misterio dictamina
que no sepas cuál, ni para qué.

Cabe en una Caja,
la arqueología
de tu pretensión,
lo real y lo inventado,
Quién no fuiste
y Quién te atreviste a Ser....