La nostalgia, esa "tristeza melancólica originada por el
recuerdo de una dicha perdida", según lo define la Real Academia Española,
suele dominarnos a todos los niveles. Creemos que todo tiempo pasado fue mejor,
hablamos de viejos grupos, cantamos aquellas canciones, recordamos
nuestros años felices: allá estaba la juventud, el futuro aun no existía y sólo
queríamos bailar.
Diversos estudios científicos han demostrado que escuchar
música libera ciertas reacciones químicas en nuestro cerebro; dopamina, serotonina,
oxitocina, sustancias que también se liberan cuando probamos un alimento que
nos gusta particularmente, o cuando vemos una película que nos toca una fibra
íntima, o cuando volvemos a hablar con una vieja amiga de la que hace mucho
tiempo que no sabemos nada. Pero la música (sobre todo, cierta música)
siempre está ahí, y los recuerdos nos acechan como un animal hambriento en
medio de un bosque helado. Para desentumecernos -otra vez- sólo necesitamos
bailar.
De eso (y de amor, traición, celos, secretos y más) habla Viví
Amordisco. Con textos y dirección de Luciano Torres y Diego Villalba,
producción de Damián Arcala y coreografías de Aldana Tessone, la obra se
propone como un ejercicio de memorabilia (¡un cubo Rubik enorme se destaca en
el escenario!), pero también de pensar el pasado desde el presente (y así
poder saldar algunas deudas pendientes).
La historia se mueve alrededor de Jorge (Diego Gemoli) y
Carlos (Julián Paniagua) dos amigos que en la actualidad llevan adelante un
boliche con -¡hola nostalgia!- temática de los ‘80. Las cuentas no cierran, uno
quiere vender, el otro se resiste, la tensión crece y al final las
revelaciones estallan. En el medio, el resto de los empleados del local
insinúan sus conflictos en los que el amor (en todas sus variantes) siempre
está presente.
Pero podría decirse que, en el fondo, la trama no es más que
una excusa; lo que verdaderamente importa es el rescate de una época.
Así, cada situación se va hilvanando con un tema musical (uno de esos que
sabemos todos) y los cuadros de baile invitan a moverse y movilizan: los
80 están ahí, son el animal hambriento que ahora sí nos muerde en un
bosque en llamas, como ese escenario cuando se llena de Disco.
El elenco es parejo en cuanto a desempeño y belleza,
aunque quedará ajustar con el correr de las funciones ciertos niveles de
energía que no siempre están en equilibrio. Luciano Torres probablemente
merezca una mención especial porque su personaje (voluptuoso y genial) es el
encargado de contagiarnos el zeitgeist de una década que se consumió en el
fuego de los excesos.
Pero las principales protagonistas de esta historia son las
canciones. En Viví Amordisco suenan desde Valeria Lynch y Soda Stereo (un
gran tema de amor, ya se imaginan cuál), hasta Michael Jackson y Depeche Mode,
pasando por Erasure (¿hay algo más ochentoso que Oh l'amour?) y Y.M.C.A.
Entonces, el escenario se convierte en una pista y la obra se transforma
en una fiesta. Porque -todavía- lxs chicxs sólo quieren divertirse. Y -¿se
acuerdan?- bailar.
*** 1/2
Sábado 20 hrs. Taller del Angel (Mario Bravo 1239)
Libro y Dirección: Luciano Torres –
Diego Villalba
Coreografía: Aldana Tesone
Elenco: Diego Gemoli, Julián Paniagua, Daniela Fernanda López,
Marina Layna, Mane Dos Santos, Gabriel Cáceres, Cintia Trobbiani, Aldana
Tesone, Anita Wendler, Luciano Torres, Diego Villalba, Mauricio Mendez
Productor
Ejecutivo: Damián Arcalá
www.facebook.com/viviamordisco/
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