Manifiesto

Veinte Centavos surge por la necesidad de crear un espacio en el cual podamos escribir y debatir sobre diversos temas culturales. Literatura, música, cine y teatro serán nuestros temas habituales, y no dejaremos de lado la actualidad, en la que se combina el pasado y el futuro.Aprovechando la tecnología, creamos está revista virtual, este blog cultural, y esperamos que ustedes disfruten leyendo –y respondiendo- y nosotros escribiendo.

Feinmann (José Pablo)

Hace pocos días se publicó Timote, secuestro y muerte de Aramburu; el último libro de José Pablo Feinmann, aprovechamos la oportunidad para repasar algunos aspectos de la basta obra del filósofo y abrir el debate (o sumarse) que traerá su libro.



Por Nahuel A. Billoni

I.Introducción

Filosofo, profesor, escritor, guionista, ensayista, comentador de películas, educador por tv, peronista, dramaturgo; varios pueden ser los adjetivos a la hora de presentar a José Pablo Feinmann (Buenos Aires, 1943).
Su obra es tan diversa como extensa, pero en la mayoría de los casos –como sucede con los grandes autores- terminan hablando de lo mismo: política, filosofía y cine. A lo largo de su trayectoria, indagó de diversas formas sobre los mismos temas. En algunos casos, prima la política (Crítica a las armas, Filosofía y Nación), en otros el cine (Pasiones de celuloide, El cine por asalto) y en otros la filosofía (La sombra de Heidegger, La filosofía y el barro de la historia); pero la intención siempre será la misma: que convivan.

II.El escritor negro
Las primera novela de JPF fue un policial negro: Últimas días de la victima (1979, llevada al cine magistralmente por Aristarain). Escrita siguiendo los parámetros del género (lenguaje seco, más acciones que descripciones, protagonizada por antihéroes, etc.), pero con la salvedad de que transcurren en nuestro país.
Escrita en plena dictadura, en Últimos días… podemos encontrar otras lecturas, además de la intriga criminal: los personajes se mueven fuera de la legalidad pero cercanos al poder, actúan como paramilitares y las órdenes siempre vienen de arriba.

III. El escritor cinéfilo

Desde sus primeros artículos en la revista Humor, JPF demostró pasión por el cine. Sus análisis y lecturas, subjetivas y polémicas, distan bastante de la academia cinéfila. Más cercano a Manuel Puig que Jean-Pierre Aumont, se deja llevar por la fascinación que tiene hacía algunos directores, actores o actrices.
Sus ensayos que relacionan la filosofía con el cine (Kant y Gary Cooper, Hegel y Richard Widmark, Sartre y Jerry Lewis, entre otros; todos reunidos en Pasiones del celuloide) se adelantaron al trabajo que haría Zizek tiempo más tarde.
Es interesante rescatar el lugar del cine para Feinmann: el de un inicio hacía la reflexión, para realizar un recorrido. De ahí la posibilidad de leer una nota sobre el estreno de Impacto Profundo para pasar por el macartismo, llegar a Perón, releer a Heidegger, citar a Ford y terminar en El día que paralizaron la tierra. ¿Si cabe la posibilidad que estas conexiones sean arbitrarias? Desde luego, arbitrario y caprichoso son dos adjetivos más que encajan perfectamente con JPF, pero la gracia se encuentra en enojarse, debatir y hacer el camino con el autor.
También encontramos al cine en sus novelas, desde citas a Cabaret en La sombra de Heidegger (2005), y a Psicosis en El Cadáver imposible (1992), hasta una novela construida a base de constantes homenajes como Los crímenes de Van Gogh (1994), que trata de un empleado de video club que comete crímenes plagiados de films.

IV. El filosofo que habla por tv.

En los últimos años, José Pablo Feinmann, llevo adelante un par de programas de televisión. Dos sobre cine, El cine por asalto y Cine contexto, y uno sobre filosofía, Filosofía aquí y ahora.
Los programas que hablan sobre el séptimo arte no se alejan de sus textos en Radar y Página 12, con la salvedad que lo vemos en persona quejándose o exaltando a los films que presenta en cada oportunidad, generalmente con la excusa de un tema (héroes, peronismo, westerns, etc.).
En cambio, Filosofía aquí y ahora, son las clases que dicta en sus cursos llevadas a la televisión. Feinmann se muestra como un profesor apasionado, contundente y más pedagógico de lo que uno podría suponer.
Ésta actitud de Feinmann nos permite reflexionar sobre la postura de los intelectuales frente a los grandes medios de comunicación, los célebres mass media. Es sabido el desprecio de académicos y expertos en cuanto a estas incursiones. Sin embargo, JPF se anima a realizar la complicada y desigual aventura de llevar otra cosa a los hogares. Desde ya encontraremos quién critique sus apreciaciones, pero el intento, de por sí, vale. ¿O a caso todavía no apreciamos el granito de arena que colocó Felipe Pigna en su paso por los medios?

V. De vuelve (el escritor político y su Timote)

Timote se mete con un tema complicado: el asesinato de Aramburu a manos de la incipiente formación de Montoneros.
No, mejor dicho, Timote se mete de forma complicada en el asesinato de Aramburu, que es muy diferente. ¿Por qué? Veamos.
La última novela de Feinmann no es una investigación al estilo Operación Masacre de Walsh, no vamos a encontrar datos nuevos o revelaciones; pero tampoco es una ficción como El día que mataron a Alfonsín de Sanz, donde ciertos personajes sí existen pero el resto es una farsa.
Sí, es una novela muy interesante, rica, polémica y atrapante.
Timote camina entre el ensayo y la novela, JPF cuenta la historia del Operativo Pindapoy (nombre asignado por el grupo a la tarea de secuestrar al militar) para reflexionar sobre el peronismo, la violencia y los años setenta.
El autor presenta a los personajes como hombres de carne y hueso, con contradicciones, cuestionamientos, inseguridades, grandezas y bajezas. Es un riesgo muy alto el que toma, ya que trabaja con figuras muy fuertes: Aramburu, el hombre que derrocó a Perón, el ideólogo de La Libertadora; y Fernando Abal Medina, el fundador y líder de Montoneros.
La decisión de humanizar a los protagonistas trae polémica: Aramburu no es presentado como un hombre violento, lleno de odio y diciendo comentarios fascistas, sino como un hombre viejo, arrepentido de ciertas cosas (aunque, en el fondo, sigue pensando en lo mismo) y dispuesto a hablar con los jóvenes (éste punto ya trajo la bronca de varios peronistas que asocian la visión de Feinmann con la que tuvo Sábato de Lavalle).
Abal Medina es alguien tan reflexivo como violento a la hora de ciertas determinaciones, tiene inquietudes artísticas, es un líder por naturaleza, todavía no definió ciertas cosas pero sabe que tiene una misión.; la sombra de Guevara persigue a Abal Medina.
De cierta manera, a ambos son sabios, algo que no aparecerá en Firmenich, sino todo lo contrario. Firmenich es enseñado como alguien irreflexivo, celoso de Abal Medina y culpable del desenlace de la organización.
Unas de las particularidades que podemos encontrar en el libro es la intromisión, en medio de una escena, de reflexiones. Los personajes viajan en un auto y, de repente, el autor – aquí es Feinmann quién habla, parece no haber un sujeto narrador- traza un análisis de las repercusiones que tendrán los actos que realizaran los protagonistas. Feimann asigna al asesinato de Aramburu, el comienzo, no sólo de Montoneros, sino de lo que va a ser la política en los próximos años.
Timote se muestra crítico a la utilización de la violencia como herramienta política –pensamiento ya sostenido en La Sangre Derramada (1998) y varios escritos- .
Otro de los aspectos que piensa en voz alta Feinmann, es cómo esos chicos católicos y de clases altas se transforman en peronistas y revolucionarios, cómo realizan ese camino. Analiza la situación nacional e internacional, señala La Libertadora, interpreta a Oesterheld, explica a Múgica. A veces narra desde el distanciamiento y en otras ocasiones, desde la comprensión y el entendimiento.
Entre los temas que pasean por la novela está la Historia con mayúsculas. Todos los personajes quieren entrar en ella, pasar a ser alguien, trascender. Desde diferentes perspectivas reflexionaran sobre los hechos que realizan como contribuciones a la Historia (la novela también está repleta de monólogos interiores).
Por último, también encontraremos citas a películas, filósofos y escritores. Si no, no sería un libro de Feinmann.


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