En estos momentos de pleno terrorismo mediático, instalado definitivamente a partir de la reaparición de la gauchocracia, se nos quiere imponer una realidad distorsionada y ejercer una dominación de pensamiento a través de discurso vacíos de contenido pero no de ideología (Tinelli, programas de chimentos, publicidades que exacerban el consumo, etc.). Ejemplos sobran: desde la elección de las noticias de tapa del "gran diario argentino" o hasta el bombardeo de noticias que le importan a la "gente" a cargo de Todo Negativo. Esta imposición del discurso único, se logra, entre otros motivos, gracias al disciplinado trabajo de algunos periodistas independientes de los grandes medios de comunicación, otrora progresistas (Tenembaum, Zlotowiazda, Lanata, Caparrós) sumados a los clásicos voceros de la derecha ilustrada.
A decir de Nicolás Casullo, hemos perdido la batalla cultural, es cierto; pero esta derrota, además, termina de consolidarse gracias al aporte de algunos verborrágicos políticos (también conocidos como los Grandes Conocedores de la Verdad). Fernando Solanas, Vilma Ripoll, Claudio Lozano y Eduardo Buzzi, por nombrar algunos, se destacan por erigir, atento a su profunda convicción marxista (de clase media, obviamente), discursos que contienen, ante todo, un feroz odio hacia un gobierno peronista que, con errores y a los tumbos, intenta regenerar en estos últimos años algún tipo de matriz popular. Lo que queda claro es que ese odio profundo los coloca en la misma línea que nuclea a todo el gorilismo vernáculo.
En definitiva, esta unión de intereses no hace más que revivir las coaliciones cívicas de 1946, 1955 y 1976, espacio donde confluyen hombres y mujeres tanto de derecha como de izquierda, ejemplo de verdadera y proba ciudadanía.
En este estado de cosas, propongo una idea: darle trabajo a cualquier hacker desocupado para que invente un emulador de gobierno de país y dárselo a estos señores para que nos demuestren cómo llevar adelante una nación con toda la archiconocida pesada carga a cuesta: deuda externa e interna, patronales sojeras, empresas privatizadas en estado de abandono total, empresas multinacionales, militares, la Bonaerense, sindicatos burocráticos, provincias feudales, clase media reaccionaria, etc.,etc.,etc. Eso sí, a condición de que si fracasan en el intento se dediquen sólo a dar charlas enfáticas a jovenzuelos ávidos de palabras revolucionarias, dictadas en algún cafetín perdido de universidad.
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